Vivir su vida // Reseña clásica


Algunos teóricos del cine mencionan a Alfred Hitchcock y Jean-Luc Godard como los principales creadores de imágenes en el cine y puede que sea cierto. Siguiendo esto, Vivir su vida es un ejemplo de la influencia de Godard en los futuros cineastas, principalmente en los mejores directores estadounidenses del momento.

Vivir su vida es la historia de una mujer (Anna Karina) que abandona a su familia para lograr su sueño de convertirse en actriz famosa, pero deberá recurrir a la prostitución y esta a su vez la irá arrastrando a un mundo donde no hay vuelta atrás. No suena mal, pero Godard hizo una narrativa tan monótona que el contexto emotivo es casi nulo. La historia se divide en 12 actos, muchos consisten en una secuencia, sin mencionar la gran cantidad de planos secuencia estáticos que hay. Entre cada capítulo hay un intertítulo muy largo con palabras clave, que a pesar de ser algo ligeramente innovador (solo porque no es una película muda) sinceramente hace la película repetitiva, más si tenemos en cuenta que son 12 intertítulos y la película no pasa de los 90 minutos.

La historia termina sin convencer. Cada capítulo es revelado por su título y no hay mucho que esperar, solo apreciar los recursos cinematográficos que Godard usa ya que la película se convierte más predecible conforme avanza.

La fotografía es arriesgada. Corta a los personajes en partes del cuerpo que no deberían ser correctas, pero incluso haciendo las cosas mal a propósito Godard supo solucionarlo, Otras veces deja mucho aire y la composición sigue siendo buen y en otras excelente, algo muy común del cine francés y que viene desde Carl Theodor Dreyer; su película más famosa es vista por los personajes en una cita en el cine. Los movimientos tan líneales y los amplos espacios romplen las reglas fijadas de la cinefotografía y lo más importante es que Godard logra que la audiencia apruebe esta anarquía visual, porque incluso sin conocimientos fotográficos uno puede notar cuando la fotografía está mal ejecutado.

En el primer capítulo los personajes siempre están de espaldas y los movimientos de la cámara consisten en puros paneos. Godard desde el inicio quiere dejarnos claro que es una película arriesgada y que la historia es totalmente secundaria, la puede hacer interesante con la división de capítulos que resultó no ser tan afortunada al final. Lo que es realmente destacable en el guión son los diálogos y eso no debe impresionarnos de Jean-Luc Godard quien logra que una conversación sea cómica, trágica, provocativa y filosófica. Todo el mismo tiempo.

Lo más grandioso y probablemente lo más innovador y que hasta la fecha muchos directores deben agradecerle a Godard son las secuencias de la elipsis de tiempo con la voz en off de la prostituta y su  proxeneta (Saddy Rebot). Godard un genio del montaje que logró darle ese ritmo brillante y crudo a una historia con muy poca emoción drámatica.

Si bien es cierto que no es una gran película, es indispensable para todo el que le apasione el cine y para el que quiera dedicarse a él por el gran contenido cinematográfico y por mostrarnos como un director debe solucionar los problemas que sabe que abarca su guión y muchas veces solo se pueden solucionar rompiendo las reglas, claro que es un arma de doble filo, pero Godard es un genio y podía incluso ahcer más.

Lo mejor: la fotografía, los diálogos, el montaje.
Lo peor: el guión, el exceso de intertítulos, historia pobre.
Conclusión: regular.

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